El estado de Baden-Wurtemberg es una de las regiones más importantes de Alemania y de toda Europa. Su fuerza económica y su innovación, en buena medida impulsadas por la industria automotriz, se reflejan en las multinacionales y los museos futuristas que rodean Stuttgart.
La región brilla también por su riqueza paisajística y arquitectónica. Sus acogedores pueblos con entramado de madera, como Besigheim, Herrenberg o Esslingen am Neckar, parecen atrapados en la Edad Media. No muy lejos de allí, Ulm, en la frontera con Baviera, merece una visita para admirar la iglesia con la torre más alta del mundo.
Se puede admirar la elegancia de los palacios barrocos de Karlsruhe y Luisburgo, con sus espléndidos jardines, o la decadencia «a la romana» de los balnearios de Baden-Baden. Y se puede vivir la enérgica vida nocturna de las ciudades universitarias de Heidelberg, Friburgo y Tübingen.
Al oeste, la Selva Negra despliega un entramado de valles exuberantes e interminables, salpicados por pueblos de campanarios puntiagudos, como Gengenbach, Triberg o Freudenstadt.
Recorrer la región en tren o en coche, entre los cálidos colores otoñales, es un espectáculo, con los viñedos en terrazas, los barrancos escarpados del Alto Danubio y las colinas boscosas coronadas por castillos imponentes, como el de Hohenzollern o el de Lichtenstein.