Vivimos inundados de información, pero escasos de la información realmente útil. La sobreabundancia convierte la información en algo perjudicial, porque es excesiva; no podemos procesar la infinidad de impulsos que recibimos cada día. Y entonces la información nos abruma.
Como he estudiado este fenómeno, del que he hecho divulgación en la prensa, he tenido el privilegio de ser entrevistado, junto con Alfons Cornella, para un reportaje del Telenotícies de TV3 que explica las causas y las consecuencias de la sobrecarga informativa.
El fondo de la noticia recuerda al Nietzsche de Humano, demasiado humano (1878-1880), tan actual:
«Falta tiempo para pensar y seriedad para hacerlo. [...] El ritmo monstruosamente acelerado de la vida acostumbra al espíritu y a la mirada a una visión parcial o falsa, y todo el mundo se parece a esos viajeros que sólo conocen los países y a sus gentes sin salir del tren.»
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