La minería de datos es el proceso de analizar cantidades masivas de datos para descubrir patrones de conducta y predecir acciones futuras. La procedencia de los datos es muy diversa: transacciones, comunicación interpersonal, tecnologías M2M (machine to machine), información biométrica, analítica web, marketing digital, etc., como diversas son las aplicaciones útiles que ofrece la explotación intensiva de datos.
No obstante, la minería de datos tiene un enfoque meramente exploratorio que hace discutible la validez de ciertas deducciones. El uso de información personal con fines predictivos tiene consecuencias directas sobre la vida de las personas y exige por tanto actuar en un marco de responsabilidad.
¿Es aceptable que una empresa revise las comunicaciones de sus empleados? ¿Puede la explotación masiva de datos identificar conductas terroristas de forma infalible? ¿Sería lícito que el color de un coche influyera en el precio del seguro? Estos interrogantes, entre otros, hacen razonable pensar que se necesita un código de ética.
Dado que es difícil quedar fuera del radar, he visto oportuno publicar en ThinkEPI una reflexión sobre la necesidad de marcar los límites de actuación de quienes son responsables de manejar esos datos.
Mucha información personal se recopila de forma deliberadamente silenciosa.