El capricho del destino, o una predestinación, consiguió lo que parecía imposible: un proyecto con Andreas Vollenweider. Este músico suizo es el artífice de una música que emana tranquilidad, movimiento y virtuosismo, que cautiva incontables personas de todo el mundo, y que ha representado unas ventas superiores a los diez millones de discos. Interpreta varios instrumentos, entre los que destaca un arpa electroacústica que él mismo construyó. Como compositor ha demostrado un talento extraordinario al crear fascinantes acuarelas sonoras.
El proyecto es un desafío irresistible: la edición de un libro de partituras que recopilará un conjunto de composiciones de Andreas, ilustradas con imágenes que él mismo ha pintado. En este contexto de colaboración, ahora estoy trabajando en la transcripción de una docena de piezas: se trata de transformar los colores instrumentales que se grabaron en los discos, en arreglos para el blanco y negro del teclado del piano.