En un primer momento, Austria suele evocarnos tres conceptos: el Danubio, la música y los Alpes. Y aunque esta visión no va desencaminada, en realidad es la puerta de acceso a un mundo de una enorme riqueza histórica, cultural y humana.
Enclavada en el corazón de Europa y rodeada de montañas, Austria combina como ningún otro país los entornos urbanos y la actividad al aire libre. Visitar este espléndido país en la primavera, época de clima agradable, ofrece la oportunidad perfecta para apreciar al máximo todos sus encantos.
Salzburgo
Envuelto por el majestuoso paisaje alpino y marcado por una peculiar mezcla entre lo antiguo y lo moderno, Salzburgo conquista fácilmente el corazón de quien la visita. Cuna de Mozart, esta pequeña ciudad repleta de historia es una de las joyas de Austria e invita a descubrirla con calma.
A orillas del río Salzach, Salzburgo es como una exquisita caja de bombones, aderezada con la música de Mozart. Y no es una metáfora: basta con degustar el icónico Mozartkugel, el tradicional bombón de chocolate que desde 1890 celebra al ilustre compositor local.
El centro histórico se despliega en hileras de casas barrocas, cuyas fachadas están adornadas con elaborados carteles que anuncian los diversos negocios, visibles en la concurrida Getreidegasse, la vía principal del bonito casco antiguo. Las vitrinas de las tiendas de artesanía se exhiben en edificios que datan de los siglos XVII y XVIII.
El emplazamiento de Salzburgo, inmerso en la naturaleza, es un regalo para quienes anhelan una escapada con tintes verdes. La primavera es el momento ideal para disfrutar de las espectaculares vistas panorámicas desde sus miradores, especialmente desde el Kapuzinerberg, la terraza del Museum der Moderne y los balcones de la fortaleza de Hohensalzburg, el castillo que domina la inconfundible silueta de la ciudad. Al caer la tarde, con cielos despejados, se puede apreciar a lo lejos el Alpenglühen, el asombroso resplandor crepuscular que tiñe de rojo las cumbres calcáreas.
Viena
El Palacio de Schönbrunn, el Teatro Nacional, el Ayuntamiento, la Plaza de los Héroes, el Palacio Belvedere... Viena es inabarcable.
Conocida por su refinada elegancia, sus opulentos cafés y su rica vida cultural, Viena es una de las capitales más atractivas de Europa. Epicentro de cultura, música y modernidad, ha sido el corazón cultural y musical del mundo durante siglos, asociado a grandes nombres como Schubert, Haydn, Mozart, Brahms y Beethoven, así como a los innovadores del dodecafonismo: Schönberg, Webern y Berg.
La Viena más emblemática es la de sus construcciones históricas: la catedral gótica de San Esteban, el grandioso Palacio Imperial de Hofburg y el mundialmente renombrado teatro de la Ópera Estatal son testigos del pasado romántico e imperial de la capital austríaca.
Pero hay otra Viena, siempre adolescente y dinámica, donde el arte bulle incansable en armonía con la arquitectura románica, barroca y clasicista. Es una Viena que se revela a través de incontables puertas, como la que nos lleva por la fuga asimétrica de la Hundertwasserhaus hacia formas inspiradas en la naturaleza, o la plaza del Museumsquartier, punto de encuentro de la juventud vienesa en un área marcada por la música y el arte exhibido en el Mumok o el Leopold Museum.
En los alrededores de Karlsplatz se funden distintos estilos arquitectónicos. El pabellón de la Secesión vienesa, situado en la célebre Wienzeile, es uno de los edificios más significativos del modernismo vienés. En contraste, la iglesia barroca de San Carlos Borromeo y la clasicista Wiener Musikverein, sede del famoso Concierto de Año Nuevo, ofrecen un elegante contrapunto.
A solo unas calles de distancia, el Naschmarkt es el mercado al aire libre más famoso de la ciudad, con una variedad de coloridos puestos de flores, carnes, panes y alimentos diversos, además de restaurantes y quioscos de comida.
Vale la pena también visitar el Prater, el parque de atracciones más antiguo del mundo, con su icónica noria de 60 metros de altura, todo un símbolo vienés. Este lugar de esparcimiento mantiene muchas de sus atracciones en perfecto estado, todas envueltas en un ambiente nostálgico que lo caracteriza.
Como dato adicional, la cercanía de Viena a Bratislava invita a una excursión de un día para explorar una de las capitales europeas más pequeñas y enigmáticas.
Linz
Aunque menos conocida que Salzburgo y Viena, Linz es también una ciudad impregnada de música gracias al legado del sinfonista Anton Bruckner. Situada a la vera del Danubio, la capital de Alta Austria se distingue por su oferta cultural y sus expresiones artísticas vanguardistas, que reflejan la faceta más moderna del país. Al no ser una urbe orientada al turismo, Linz inspira armonía y tranquilidad.
El corazón de Linz palpita en la Hauptplatz, su amplia plaza central, flanqueada por magníficos edificios barrocos. Este lugar bulle de vida y es especialmente encantador por sus despliegues florales multicolores, perfectos para disfrutar de un relajante aperitivo. La Landstraße, arteria comercial de la ciudad, converge en esta plaza y conduce al moderno Musiktheater Linz, una joya de la ópera contemporánea. Esta calle también bordea el Altstadt, el pintoresco casco antiguo, donde un mercadillo semanal invita a recrearse en la tradición local.
También junto al Danubio se hallan dos joyas de la modernidad: el Museo de Arte Lentos y el Ars Electronica Center, cuyas fachadas futuristas se iluminan de forma espectacular al anochecer y ofrecen un espectáculo visual inolvidable.