Saludos desde Pontevedra, donde he tenido el placer de participar, junto con Lydia Sánchez y M.ª Ángeles García Asensio, como miembros del grupo de innovación docente In-COMAV, en las VI Jornadas de Formación, Innovación y Empleo de ATIC. Un foro ideal para debatir sobre los enormes retos que supone formar a los comunicadores del futuro en esta vertiginosa era digital.
Nuestra contribución ha sido el póster «El deepfake satírico: la construcción arquetípica de Donald Trump como crítica mordaz al poder político». En un momento en que la inteligencia artificial generativa se asocia a la desinformación, quisimos explorar su otra cara: ¿puede un vídeo ultrafalso ser una potente herramienta para la sátira?
Para ello, analizamos el cortometraje viral Riot (2025), de los cineastas independientes The Dor Brothers, que usa una réplica digital de Trump para construir una crítica demoledora. El vídeo lo retrata a través de arquetipos como el «tirano mesiánico» y el «falso patriota», y emplea para ello la hipérbole, la ironía y la parodia de la cultura pop para llevar su figura y su discurso al absurdo.
Nuestra conclusión es que, como docentes, nuestro papel va más allá de enseñar a usar un software. El verdadero reto es cultivar una alfabetización tecno-narrativa: dotar a los futuros comunicadores de un marco crítico sólido para que puedan analizar, decodificar y crear contenidos de forma responsable y con significado en un ecosistema mediático que no para de mutar.
En esa misma línea de innovación pedagógica, también asistimos a la presentación de Simulacro VR, una prometedora herramienta de producción virtual desarrollada en la Universidade de Vigo, sede de las jornadas. Fue una demostración muy inspiradora sobre cómo la realidad virtual puede recrear platós colaborativos y transformar la formación práctica en el campo de la comunicación audiovisual.
Más allá de las aulas y las ponencias, la organización de ATIC nos regaló un recorrido guiado por el alma de la ciudad. El punto de partida no podría haber sido más sugerente: el Mercado Municipal. Dejando atrás el vibrante bullicio de sus puestos, nos adentramos en el laberinto de piedra del casco histórico. Fue un placer recorrer sus rúas y plazas, descubriendo a cada paso la historia que susurran las fachadas de los pazos y las iglesias. Un paseo que se convirtió en la oportunidad perfecta para intercambiar impresiones con colegas de otras universidades en un ambiente relajado y lleno de encanto.
Parada y fonda en Pontevedra
Y como no todo va a ser academia, la escapada a Pontevedra ha sido también una inmersión en la cultura y los paisajes gallegos. Eso sí, Galicia hizo honor a su fama. Una profunda vaguada decidió instalarse sobre las Rías Bajas durante nuestra visita y nos regaló un auténtico espectáculo de lluvia que, si bien limitó nuestros paseos, no consiguió apagar nuestro entusiasmo.
De hecho, el cielo gris y el brillo de las calles mojadas le daban al casco histórico un encanto especial y nos brindaron la excusa perfecta para buscar refugio en sus acogedoras tabernas. Y fue allí donde descubrimos el verdadero tesoro de la ciudad: su gastronomía. ¡Una auténtica delicia que sirvió de combustible para las ideas y de bálsamo contra la humedad! Volvemos a casa con la mente llena de nuevos proyectos y el estómago muy contento.

