Italia es un paraíso para los sentidos, donde el paisaje natural, la rica historia y la buena comida se combinan de forma envolvente. Tras mi reciente paso por Roma y Palermo, quería descubrir una nueva joya de Italia, de paso que me reunía con viejas amistades, y es así como he aterrizado en la seductora ciudad de Turín.
Si hay un símbolo característico de Turín, ese es la monumental Mole Antonelliana, una torre del siglo XIX que domina el paisaje urbano y cuya aguja se divisa desde casi todos los rincones. La perspectiva más emblemática, es sin duda, la que se puede contemplar desde la elevada Balconata Giusto Gervasutti, una terraza junto a la Iglesia de Santa Maria del Monte dei Cappuccini, en una colina que domina el río Po. Con el sol poniente, este mirador ofrece unas vistas sensacionales, con las luces de la ciudad brillando contra el cielo crepuscular, y con las montañas de los Alpes como dramático telón de fondo.
El centro de la ciudad está lleno de bulliciosos bulevares y grandes plazas, como la Piazza Castello y la Piazza San Carlo, que ofrecen un embriagador espectáculo de arquitectura barroca y antiguas cafeterías.
El Mercato delle Pulci di Porta Palazzo, el mercado de antigüedades conocido popularmente como Balôn, es un paraíso para coleccionistas y amantes de los objetos únicos y antiguos. Allí, vendedores y compradores se mezclan en un ambiente festivo y ruidoso, con animadas conversaciones en varios idiomas. Es un lugar vibrante y auténtico donde se puede experimentar una parte importante de la cultura local.
Mención especial merecen los puestos de venta de libros usados que se abren bajo los encantadores soportales de Via Po. Este tesoro literario, parada obligatoria para amantes de la lectura, es una parte importante del patrimonio cultural de Turín y una muestra del papel que la literatura ha desempeñado en la historia de Italia.
Turín también sabe deleitar el paladar de sus visitantes con sus especialidades gastronómicas. En sus restaurantes se pueden degustar platos de carne, pasta, arroz y verduras, elaborados con productos locales de calidad y acompañados de excelentes vinos de la región del Piamonte. Es una buena forma de completar una visita a esta fascinante ciudad que, ciertamente, esconde muchos tesoros.
