La inteligencia artificial (IA) tiene ya una presencia destacada en la vida cotidiana. Por su potencial para resolver problemas complejos simulando el pensamiento humano, es de gran utilidad en ámbitos tan diversos como la sanidad, las finanzas, la meteorología o el transporte.
Una de las aplicaciones que más debate está suscitando es la destinada a la producción de contenidos. Las herramientas de aprendizaje automático han abierto un universo de posibilidades para la producción rápida y automática de contenido textual, gráfico, sonoro y audiovisual a partir de los datos y las indicaciones que se les proporcione.
Para ello se suelen emplear redes neuronales que se entrenan mediante procesos de aprendizaje profundo, una arquitectura que imita la forma en que los humanos adquieren ciertas habilidades, tales como el reconocimiento de formas o la predicción de palabras.
La IA generativa está alcanzando un elevado grado de sofisticación. Tanto es así que en el ámbito de la creación de contenidos (periodismo, comunicación científica, entretenimiento) ya existen herramientas dirigidas a:
- simular la escritura humana;
- producir vídeos manipulados (deepfake) para suplantar a personas;
- clonar y recrear voces famosas; y
- crear imágenes artísticas o fotorrealistas a partir de simples descripciones textuales.
Tales avances dibujan un panorama complejo del que emergen indudables oportunidades, pero también limitaciones y amenazas. No hay mecanismos eficaces para identificar cuándo una pieza de contenido es fruto de un proceso generativo, lo que abre la puerta a prácticas de dudosa ética. Además, hay incógnitas sobre cómo esta potente tecnología podría sacudir la industria de contenidos o incluso apoderarse de ella. ¿Sustituirá la IA al cerebro humano?
La magnitud de los progresos orientados a la producción automatizada de contenidos me ha animado a escribir para ThinkEPI un artículo que examina estos nuevos desarrollos, expone sus beneficios potenciales y señala los principales peligros derivados de su uso.
La IA puede transformar el mundo de la creación de contenido, pero conlleva riesgos de los que conviene generar conciencia.